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Recortes de prensa (1992). |
Los antecedentes del Teatre del Mar los encontramos en la trayectoria y la voluntad de Iguana Teatre -el actual compañía titular del teatro- de sacar adelante un proyecto de programación teatral en Palma. La compañía, creada en 1985 con la estructura de cooperativa de trabajo asociado como centro de producción profesional, tenía una larga experiencia, pero la programación de un espacio teatral, aunque no desconocida, los planteaba nuevos retos. De entrada, la dificultad y la imposibilidad de que Iguana Teatro llevara a cabo este proyecto en solitario.
Desde 1989 la sede de la compañía era una posesión el Secar de la Real que llamaban corte, donde ensayaban sus espectáculos de calle, Nit de Foc y Myotragus, tenían los talleres, los almacenes e incluso vivían algunos de sus miembros. Pero, a finales de 1990, a partir de un curso de teatro que dieron miembros de Iguana a jóvenes del Molinar, conocieron la Sala Rex y se plantearon la posibilidad de trasladarse a este barrio marinero.
Fue en ese momento cuando, por un lado, entraron en contacto con diferentes entidades del barrio, como la asociación de vecinos, la asociación de la tercera edad -que tenía sus oficinas en el mismo teatro-, los jóvenes del Molinar y la parroquia -como representante de la propiedad-, etc. En 1991 llegó el momento de redactar el primer contrato, con el obispado y, más concretamente, con el obispo.
Por otra parte, los miembros de Iguana alquilaron unas naves a unos doscientos metros, bautizadas con el nombre de Naves del Mar, y trasladaron las oficinas, los almacenes y los talleres. Las Naves debieran ser acondicionadas, porque al llegar estaban en muy mal estado, lo que les supuso un esfuerzo económico y de energías considerable. Ellos mismos tuvieron que encargarse de vaciarlas de basuras, pintarlas y hacer las instalaciones necesarias -agua y electricidad- en un proceso en el que invirtieron un año y medio.
En 1991 la compañía se instaló en el Molinar, cargada de deudas y de trabajo, y ya habían firmado un contrato de alquiler del teatro por quince años. El teatro (la Sala Rex) en un primer momento se utilizó sólo como sala de ensayos, pero todo el mundo coincidía en una aspiración: algún día debería abrirse como teatro con programación estable. Así, una vez superado el primer golpe de instalarse en un nuevo emplazamiento, empezaron a trabajar en el proyecto de abrir un teatro nuevo en Palma.
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Visita del ministro de Cultura, Sr. Jordi Solé Tura (1992). Foto: Carme Planells
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Los espectáculos de Iguana Teatre eran conocidos, habían sido muy bien valorados por la opinión pública, por otros profesionales y por todo tipo de instituciones y entidades. Pero la compañía se encontró con un reto importantísimo, rehabilitar y poner en marcha un teatro, y dos objetivos: por un lado, acondicionar un teatro, que es, sin duda, la infraestructura cultural más costosa, y, por otra parte, abrirlo con una programación estable y de interés público.
El coste de un proyecto así era elevadísimo. Bastaba comprobar la inversión que era necesaria en otros espacios de las mismas características en el resto del Estado. Asimismo, enseguida se impuso la idea de que el espacio fuera polivalente, característica que aumentaba los costes, pero que era imprescindible para afrontar un proyecto que se esperaba trascendiera la inmediatez: un teatro del siglo XXI.
Se confeccionó un proyecto que durante el año 1992 se distribuyó entre instituciones públicas, entidades y personalidades del mundo cultural. El resultado fueron 100 adhesiones al proyecto de entidades y personalidades; si leemos estas adhesiones, comprobaremos que el Teatre del Mar reunió en un espacio las aspiraciones que, en materia teatral, tenían muchas de las personalidades destacadas de la cultura de esta tierra.
Iguana se planteó ofrecer este espacio a la ciudadanía por medio de una entidad que reuniera todos estos apoyos: una fundación. Así, a finales de 1992, nació la idea de crear la Fundación Teatre del Mar.
Desde sus orígenes, Iguana ha querido ofrecer un teatro de arte, un teatro de servicio público, en la lengua propia, de un repertorio universal y propio, encaminado a satisfacer unas necesidades artísticas y sociales de los ciudadanos. El Manifiesto Fundacional de Iguana Teatre, redactados el año 1987, dan una idea de qué objetivos regían los inicios de la compañía, principios que no se han abandonado nunca, y que durante la elaboración del proyecto, la puesta en marcha del Teatre del Mar y hasta hoy, han presidido las actuaciones que la Fundación, haciéndolos suyos, ha llevado a cabo.
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- El Teatro como lugar de concurrencia de todas las artes que se dan en una comunidad, con una visión íntegra ya la vez artesanal del trabajo, aprovechando al máximo los propios recursos: decorados, vestuario, elementos de utillaje, textos, etc.
- Aceptación prioritaria de un tipo de iniciativas que tengan la aspiración de proyectarse hacia el futuro, que surgen con la clara vocación de perdurar. Los buenos resultados, las modificaciones (mejoras) teatrales y la disposición hacia la cultura sólo se producen con el tiempo y después de un trabajo serio y específico. Esto se da claramente en el mundo del teatro.
- Llegar a la plena conciencia del hecho teatral en su vertiente política y cultural, en la sociedad en la que representamos nuestro trabajo. Los hombres y mujeres reunidos colectivamente y dialéctica pueden ejercer una incidencia directa. Colaborando en el desarrollo del teatro se ayuda a toda la colectividad a reencontrarse gracias a él.
- Conseguir, dentro de las posibilidades que permita el momento, un lugar donde la comunidad se reúna para escuchar y disfrutar libremente de lo que unos miembros de la propia comunidad les proponen y que nace de las necesidades e instintos de mejora de todos.
- Crear espectadores, en lo que sea posible, en todos los grupos sociales, procurando que los espectáculos tengan el máximo nivel artístico y ofreciendo una programación de amplio interés al precio más reducido posible.
- Mantener una gestión transparente en un sistema de colaboración con las entidades públicas. Realizando esta actividad de índole cultural con inquietudes sociales y buscando una financiación justa y al margen de beneficios económicos o ánimo de lucro, propio del teatro comercial.
- Ritualizar el hecho de ir al teatro como lugar de celebración de unas sensibilidades compartidas. Cultivando esta singular unión que se establece entre unos determinados actores y su público.
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También la incuestionable competencia técnica y artística de los miembros de Iguana Teatre se complementó con la participación de colaboradores, sin los cuales el proyecto del Teatre del Mar no habría sido posible. Entre el apoyo de diversas entidades, habría que destacar las primeras entidades que fueron patronas, además de Iguana Teatre: la Universitat de les Illes Balears, la Obra Cultura Balear y la Asociación de vecinos de Es Molinar, que desde el primer momento vio la necesidad de disponer de un equipamiento cultural para el barrio.
El 28 de enero de 1993 culminó todo este proceso -descubrir del edificio, decidió acondicionarlo, recuperarlo como teatro y buscar apoyo institucional- y se presentó la Fundació Teatre del Mar en el Centro de Cultura de "Sa Nostra" de Palma.
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