El Teatre del Mar se ha construido sobre la base de la Sala Rex Molinar, una sala con cerca de cincuenta años de historia, y de esta manera se ha convertido en heredero de la tradición teatral de este conocido barrio de Palma.

AÑOS CUARENTA


El local parroquial fue la primera sala de teatro Molinar. Con una orientación diferente del Teatre del Mar, cogería desde el actual escenario hasta el Hogar de Ancianos. El escenario de aquella sala coincidía con la actual, pero con unas dimensiones más reducidas.

El primer teatro, que más que un teatro propiamente dicho era un local parroquial de Acción Católica -también llamado Hogar parroquial- data de finales de los años cuarenta. Fue construido a partir de una recolecta y fue inaugurado por el obispo. Este centro era foco de la mayoría de las iniciativas culturales colectivas Molinar -se hacía teatro, pero también se celebraban las fiestas de la patrona, se hacían chocolatadas, baile y recitales de poemas-.

Ligado a la Iglesia, como todo en aquel tiempo, desplegaba un amplio abanico de actividades culturales. Era una sala multiuso al estilo del momento y el único lugar donde se podían reunir los vecinos Molinar, una especie de centro cultural y de ocio.

En aquella primera época teatral, había dos grupos de teatro, lo que suponía unas cuarenta personas implicadas. Por un lado estaban los más jóvenes, que hacían las obras suministradas por los Salesianos de Barcelona -Los pastores, por no entender se castellano, Funerales y danzas o El capitán Pérez son algunos de los títulos-; y por el otro, los mayores, que hacían obras más clásicas como El puñal del godo, Tierra baja y Amor de madre, o costumbristas de Joan Mas, Mingo Revulgo, etc.

 

Tomeu de Sa Astillero

Cada mes se estrenaba una obra. Esto significa que cada quince días, como mínimo, había un estreno en el Hogar Parroquial, y que la actividad teatral era frenética.

Veteranos Molinar, Acción Católica Molinar, Compañía Oriente, Grupo de Levante, han sido algunos de los nombres con los que se han bautizado estos grupos de aficionados Molinar.

El único teatro en catalán permitido eran las obras de teatro regional: Un estudiante del día - «una obra de intenso dramatismo, donde contrasta el antiguo y el moderno en lucha apasionada por la conquista de la inteligencia» -, Cosas Nuevas - «sainete cómico en un actora »-, Maestro Lau se tacones -« obra en tres actos original de D. José Tous y Maroto, con decorados exprofeso para esta obra »-.

Los actores eran, en jerga actual, multidisciplinares y multiuso, y hacían de todo. El dinero que sacaban de las funciones y de las rifas se invertía en los decorados y en el vestuario. Todo quedaba allí mismo, para mejorar la sala y los espectáculos.

AÑOS CINCUENTA
 

Villa Juanita

La aspiración final de todas estas inquietudes era disponer de un teatro, una sala con capacidad para un buen escenario y un buen patio de butacas. El problema, como siempre, era económico, así que barriada y Iglesia se ponen manos a la obra, y empiezan a recaudar fondos. En la bacina de la misa de los domingos se pasa una a puesta para las obras de la futura nueva sala.

De este modo, y con ayuda de la parroquia, comienzan las obras de un teatro en el Molinar: la Sala Rex. Todo el mundo aporta lo que puede: materiales y trabajo. Aunque las obras las dirige un constructor, todo el mundo de la barriada participa, los carpinteros encargan del escenario, las ventanas, las vigas; los chicos, a poalades de tierra, hacen el sótano bajo el escenario, que será el espacio reservado a camerinos y foso por donde aparecen los demonios o fantasmas, y donde se ubicaba el apuntador.

 

Una soltera estadizas

Para inaugurarlo, en julio de 1953, la Agrupación Artística Molinar escogió la obra El divino impaciente, de José M. Pemán. Una magnífica representación de una obra sin precedentes, según asegura el programa, con 37 actores en escena y «japonesas, indígenas y grupos de niños malayos». La seguirán muchas otras nuevas o ya estrenadas en la sala anterior: El puñal del godo, El octavo no mentir, Amor de madre, y también obras de autores mallorquines (Mas, Cura, etc.).

En los años cincuenta se despliega una intensísima actividad teatral. Los ensayos son diarios, en una esquina de la sala un grupo lee la obra elegida mientras en el escenario ensayan los demás. Los estrenos continúan su ritmo entusiástico, cada quince días o cada semana.

 

Veteranos Molinar

Al mismo tiempo se utiliza el patio adyacente. Cada año en verano se celebra la Fiesta en el Aire con participación de varios artistas que aspiran a conseguir el premio. Se dan cita rapsodas, cantantes, etc. Curiosamente, también el Teatro del Mar aprovechó este espacio durante los veranos de los años 1993 y 1994 para hacer el CabaRex.

En aquel tiempo, las obras de mayor éxito eran las cómicas, ya había suficiente preocupaciones en la vida de cada día como para ir a ver dramas. Pero también se le hicieron, de dramas, y uno de los más conocidos fue La campana de la Almudaina, de Palou y Coll, «un drama Llena de intrigas, una página de heroismo y valor histórico», aclara el folleto publicitario.

En el teatro se buscaba una expansión, divertirse y reír. No se pedían grandes complicaciones ni grandes montajes para pasarlo bien. Cualquier cosa, por sencilla que fuera, ayudaba a la gente a evadirse de los problemas cotidianos. Además, los dramas llevaban mucho más trabajo, pero cuando se montaban aprovechaban y se representaban más tiempo, dos o tres semanas seguidas, para que la gente de fuera Molinar también pudiera asistir a las funciones.

AÑOS SESENTA
 

Los reyes 1982

Hacia los años sesenta la parroquia alquiló la Sala Rex a un empresario, y durante diez años se desarrolló una actividad cinematográfica. Esta tónica continuó hasta casi los años ochenta, aunque, como estipulaba el contrato de alquiler, hubo algunas representaciones teatrales, sobre todo a cargo del grupo teatral Oriente de la misma barriada.

Esta situación se mantuvo hasta los años ochenta, en que se cierra la sala, a pesar de que acogerá de forma esporádica actividades socioculturales de la barriada como cursos o reuniones.

Precisamente fue en uno de estos cursos para los jóvenes Molinar que un miembro de Iguana Teatro descubrió la sala y lo vio. En 1991 Iguana Teatro se embarcó en una nueva aventura y alquiló la sala. El paso siguiente fue dar a conocer la Sala Rex, y su proyecto para rehabilitarla y reconvertirla en una sala polivalente con el nombre de Teatro del Mar.

El grupo teatral, consciente de la dificultad de llevar adelante en solitario este proyecto tan ambicioso, empezó a trabajar para crear una entidad que aglutinàs los representantes del mundo cultural y teatral. De este modo se constituyó, en 1993, la Fundación Teatro del Mar.